miércoles, 13 de mayo de 2015

EL HORMIGUERO: LA CLAVE DE SU ÉXITO

Cada vez nos cuesta más mantener la atención de forma continuada. Lo vemos también en  nuestros hijos, más inquietos cada vez. Incapaces de estar más de 5 minutos jugando a lo mismo. O de hacer los deberes sin distraerse. Hiperactivos, lo llaman ahora. Hay tal cantidad de estímulos externos a nuestro alcance, que no somos capaces de elegir. O mejor dicho, no queremos elegir. Por eso cambiamos de canal con tanta facilidad, por ejemplo. ¿Y cuándo cambiamos de canal? Cuando dejamos de sentirnos estimulados.

No queremos que nos atiborren de información, ni de imágenes. Queremos saciar nuestra curiosidad, pero en la justa medida. Queremos los titulares, no la letra pequeña. Queremos estar informados, sí, pero preferimos estar entretenidos. Y, sobre todo, queremos que nos estimulen.
                                                                                                                            
He ahí el secreto de EL HORMIGUERO: nos mantienen estimulados durante todo el programa. ¿Cómo? Cambiando el foco cada 5 minutos. Ninguna sección del programa se alarga más allá. Por eso el interés nunca decae. Sabemos, mientras estamos viendo el programa, que algo diferente está a punto de suceder. Y este nivel de tensión es el que nos mantiene enganchados. El secreto no es que Pablo Motos sea un gran presentador, que no lo es, en mi opinión. Ni las hormigas, ni el hombre de negro. Claro que llevar invitados de primer nivel ayuda, eso es indiscutible. Pero la audiencia es fiel, incluso cuando los entrevistados son personajes con menos tirón. Con lo que se confirma que la clave es el formato.

Mención aparte merece el hecho de que hayan acercado la ciencia al gran público. Un tema, a priori, aburrido, se convierte en atractivo gracias a la espectacularidad de sus experimentos. Sin olvidar que se hacen en directo. Bravo. Y sin olvidarnos del tinte pedagógico que tiene incluir una sección de ciencia en un formato de puro entretenimiento. Nos han enseñado que la ciencia no tiene por qué ser aburrida. Pero sobre todo, porque las demostraciones que se llevan a cabo tampoco duran más de 5 minutos.


Tomen nota, pues, directores y programadores: si no quieren que cambiemos de canal, ahora ya saben lo que hay que hacer. 

De nada.