viernes, 17 de marzo de 2017

STOP ANGLICISMOS

¿Os imagináis un lugar donde nadie habla inglés correctamente, pero se utilizan anglicismos a diestro y siniestro para molar? ¿Es posible que alguien que no sepa inglés utilice anglicismos como si lo hablara? ¿Se puede ser tan ridículo? Sí, se puede. Y no hace falta ir muy lejos para imaginar un lugar así. No. 

Ahora, los mamarrachos de toda la vida, por ejemplo, se llaman hipsters. ¡Madre mía con el palabro! Aunque no hay dudas sobre su origen: hipster = hippie + hamster.

Están por todas partes. Y no me refiero a los hipsters, que también, sino a los palabros. Si por ejemplo estás pensando en dejar de ser single para casarte, tienes que contratar a un wedding-planner para que lo organice, a un welcomer para recibir a los invitados, preguntar a un influencer sobre menús de comida healthy, que puede ser un brunch pero no fast-food ni un self-service,  y tener un barman para preparar gintonics (al parecer, ya nadie bebe otra cosa). Eso sí,  con más aderezo que Sara Montiel en sus mejores tiempos. El gintonic, no el barman.

Si en cambio, te invitan a una boda, tienes que estar atento cuando recibas la invitación con el Save The Date, porque ahí te dirán el dress-code. En cuanto lo sepas, puedes ir de compras con tu personal shopper para elegir tu outfit. Te asesorará sobre lo más trendy y lo que está off-season. A los novios les puedes regalar una Smart TV o cualquier otro gadget.

Antes de ir de compras, mejor te pones en forma yendo al gym: puedes optar por fitness, cycling, body-pump o crossfit. Si no tienes ni idea, que te lo explique un personal trainer.

Pero si lo que quieres es montar tu propia empresa , que ahora se llaman start-ups, vas a necesitar un headhunter que te encuentre un buen marketer, un brand manager, un web designer y deberás crear un business plan. También deberás asistir a cursos de branding, mindfulness, naming y coaching. Si no se te ocurre nombre para la empresa, nada mejor que una sesión de brainstorming. Y como, buen empresario, no te debe faltar un iPhone, un iPad, ni una Tablet.

Y no acaba ahí vuestro ridículo, no, Ojalá. Llamáis a vuestros hijos Dylan, Kevin, Jonathan (pronúnciese Yónatang), Jennifer, Brandon cuando se apellidan García, González o Pérez. Y claro, luego salen combinaciones imposibles como Maverick Viñales. No me imagino que alguien de Wisconsin llame Paco a su hijo, por ejemplo. Será que allí no son cool como vosotros. Y ahora, llamadme hater, si queréis.            

En resumen, que los anglicismos me dan cringe.










martes, 7 de marzo de 2017

EL POSTUREO DE PAULA VÁZQUEZ



Vaya por delante que no solo no tengo nada en contra de Paula Vázquez, sino que me parece una buena presentadora y además me cae simpática, aun sin conocerla personalmente.

Dicho esto, me gustaría comentar la reciente polémica en la que se ha visto envuelta. Aunque, en realidad, no es muy diferente de las anteriores: en su última aparición pública su evidente transformación física fue lo que más llamó la atención, lo que más comentarios suscitó y, por lo tanto, lo que causó su indignación.

Según ella, solo se habla de su físico, de si se ha operado esto o aquello, pero nunca se habla de ella como profesional. Y no le falta razón. Aunque a decir verdad, sí que se ha operado de esto, de aquello y de lo de más allá: pecho, nariz y pómulos, además de botox a discreción y varios cambios de dentadura. De lo que se podría deducir que la primera que pone el foco en su físico es ella. Y lo entiendo, pues vive de su imagen y ha aceptado las reglas del juego: esas que dicen que para trabajar en la tv hay que ser joven y guapa, delgada pero con tetas grandes y no tener reparos en enseñar carne.

A mí me parece estupendo que se opere de lo que le dé la gana, solo faltaría. Sobre todo, si ella considera que es para mejorar, lo cual es opinable a estas alturas de la película, pues ya no la reconocen ni en su casa. Lo que no me parece tan bien es que se queje de los comentarios sobre su físico.  Le parecen machistas y sexistas. Y ciertamente lo son, pero la primera que se exhibe como sex-symbol es ella, así que agradeceríamos que en su próxima operación le redujeran un poco la susceptibilidad y le aumentaran la coherencia.

Por no hablar de su publicación del 14 de febrero en Instagram, que no hizo más que completar mi estupefacción. Decía así:  “Si mando un par de pantallazos dejo a más de uno sin 14 de febrero”. No hace falta saber leer entre líneas para entender lo que quiere decir. 

Pues eso Paula, que no somos rubios.