Frenadol. Empiezas a tener
síntomas de lo que podría ser un resfriado y decides tomarte un frenadol para
encontrarte bien, para no tener que sufrir esos síntomas que, al parecer, son
insoportables. Pero lo que haces, en realidad, es poner un parche, no curas el resfriado, sólo lo bloqueas, con lo que impides que haga su proceso
natural.
Lo de tomar un frenadol cuando
estamos resfriados me parece una metáfora perfecta de lo que hacemos en otras parcelas de nuestra vida. Cuando perdemos a un ser querido, por ejemplo,
ya sea por una ruptura o porque ha muerto, también buscamos la manera de poner
un parche, y también por lo mismo, porque no queremos que el duelo haga su
proceso natural. Si se llama duelo es, precisamente, porque duele. Y, claro, nadie
quiere sufrir, así que nos apuntamos a yoga, a Tinder, vamos a terapia, a
pádel, hacemos meditación, o nos echamos otro novio enseguida para no notar nuestro
corazón roto. Eso, los que tenemos corazón, que no siempre es el caso.
Nos están adoctrinando para que
no haya dolor ni tristeza en nuestra vida, y eso es imposible. No está bien
visto estar triste, que la tristeza no luce en Instagram. Me pregunto dónde
publican sus fotos los que están tristes. Y si lo estás, que no te lo noten, o
alguien odioso vendrá a decirte “ánimo”, “tienes que animarte”, o
algo similar. Qué pereza la dictadura de la felicidad.
Parches. Ponemos parches porque
hace falta paciencia para dejar que el tiempo haga su trabajo, y nosotros
tenemos prisa. Prisa por dejar de sentir el dolor que sentimos. Y la prisa nos vuelve
ansiosos, y ahí ponemos otro parche. Nos pensamos que podemos hacer zapping con
nuestras emociones igual que cuando vemos la tv, que podemos saltar de una cosa
a otra, de una persona a otra, y esperamos salir indemnes.
Poner parches al desamor, a la
tristeza o al duelo (sea del tipo que sea) no cura. Lo único que cura es saber
que ese dolor pasará, que es solo cuestión de tiempo, que hay que tener
paciencia y que hay pasos que no nos podemos saltar, por más que duelan. Lo que hacemos al poner un parche tras otro
es convertirnos, precisamente, en enfermos crónicos.
Lo de las tiritas para el corazón
partío era solo la letra de una canción. Preciosa, eso sí, pero era sólo eso.